viernes, 19 de agosto de 2011

18 de Agosto. Pastoruri

Nos levantamos un poco más tarde que ayer, desayunamos y a las 8 y media estamos listos para que nos recoja el bus. A las 9 llamamos por teléfono a la agencia y nos dicen que nos mandan un taxi para reunirnos con el resto del autobús, que ha habido un problema, pero que ya está solucionado. Llega el taxi, nos coge y nos lleva a donde está el bus, a una manzana de allí ( ¡¡Qué organización!!). Montamos y aún tenemos que esperar una hora entre que llegan los últimos, reposta el bus, nos cuentan, nos recuentan y nos requetecuentan por tercera vez. Qué paciencia...

Al rato de salir llegamos a un restaurante donde nos sacan unos mates de coca y nos toman nota (y nos cobran) lo que ya tenemos que saber que nos apetecerá comer cuando estemos de regreso, cojonudo. Salimos de allí y comenzamos a subir por un caminico de piedras hasta ingresar en el parque Nacional Huascarán. Descanso de 5 minutos y seguimos hasta una laguna natural de agua gasificada, que por misterio de la naturaleza, sale ya con gas y es potable, vamos, gaseosa. Nosotros no queremos saber nada de probarla por si acaso, pero un niño de unos 10 años se pone las botas. No le quitaremos ojo de encima a ver cuánto tardan en aparecer las diarreas... Seguimos unos kilómetros más y paramos a ver la Laguna de los 7 colores, (nosotros sólo vemos 3 ó 4, todos entre el azul y el verde, pero el efecto es precioso). Allí crecen también unas grandes plantas muy peculiares, que sólo existen en el Perú, La Puya Raimondi.
Nos hacemos un montón de fotos y continuamos viaje.

El bus nos deja a 4.000 m. de altitud y allí sigue un camino hasta el glaciar del pico Pastoruri. Hay dos opciones: todo el rato andando o un kilómetro a caballo y el resto andando, por probar otro medio de transporte nos animamos a probar con los caballos, todo un reto teniendo en cuenta el culo que llevamos de ayer... Muy divertido, los caballos nos acercan hasta el sendero casi vertical que durante más de una hora seguimos hasta llegar arriba (5.200 m. de altitud).
La falta de oxígeno se nota bastante, los últimos pasos son costosos, pero la alegría de estar allí y las vistas, compensan todo el esfuerzo. nos hacemos miles de fotos y empieza a nevar, nos hacemos más fotos y tiramos pa´bajo.

Cuando llegamos al bus, montamos, y de vuelta hacia Huaraz. Al perder altura, la nievecilla se convierte en calabobos, el mejor momento para pinchar una rueda del autobús. Nos piden a los varones que bajemos a mojarnos, ya que hay que quitar peso al bus y no se atreven a pedir a las chicas que se bajen también. Bajamos casi todos los chicos y tres chicas, entre ellas la Esther, para hacer de reportera gráfica. El único chico que ayuda en algo, y muy poco, por cierto, es el Javi.
Una vez cambiada la rueda, seguimos camino hasta el restaurante (hora de comer: las 6 y media de la tarde). En fin, nos comemos lo que nos ponen y seguimos hasta huaraz. Son las 7 y media y desde las 6 es de noche, llegamos al hotel y ya no llueve. ¡¡Qué contentos estamos!!, igual que cansados. Ahora a dormir y mañana día de relax...

Besos para todos...

1 comentario:

  1. Entre montañicas para el Javi y animalicos para la Esther, Perú tiene que ser vuestro paraíso... envidia de la mala otra vez

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